Opinion

Ronald Koeman no es el culpable, pero…

Ronald Koeman, durante un partido de la pasada temporada en el Benito Villamarín (Sevilla) / Getty Images Europe

Analizar la actualidad del Barça en estos últimos años se ha convertido en una suerte desnortada en el que el deporte se ha mezclado con un virus y una mala gestión financiera de la entidad que ha resultado esta distopía en la que un equipo de fútbol quedó supeditado a las necesidades económicas de la entidad. En este contexto que el equipo fuera mal no sería más que lo inevitable en tales circunstancias, estuviera el mismísimo Pep Guardiola o actualmente Ronald Koeman.

Para juzgar el desempeño del técnico neerlandés hay que poner todo lo que ha tenido que vivir y gestionar en su contexto. Koeman vino para suceder a Setién después de la debacle de Lisboa contra el Bayern y su primera misión, encomendada por la directiva, fue la de hacer una suerte de liquidador del vestuario para maquillar las vergüenzas del palco y señalar a unos pocos culpables del 2-8. Y en esa misma guerra que se inició con los sacrificios de jugadores como Rakitic, Arturo Vidal o Luís Suárez Messi se declaró en rebeldía, envió el burofax más conocido de la historia del fútbol y el club entró en llamas. La guerra civil del barcelonismo estalló y el valedor de Ronald, Josep Maria Bartomeu y su junta directiva, se fueron una semana antes de que los socios los echaran en una moción de censura que nunca tuvieron agallas a enfrentar.

En ese club, con Messi en rebeldía y sin querer seguir, empezando una tarea más de agente de recursos humanos futbolísticos para ir dando bajas y tirando con lo servido empezó su andadura. Los resultados en su primera temporada fueron irregulares, dio confianza a jóvenes promesas, tardó una semana en darle galones a Pedri y el equipo tardó en arrancar, pero acabó alcanzando velocidad de crucero para ganar la Copa del Rey y volver a disputar La Liga. Pero la realidad es que, después de esa remontada, de volver a creer, se cayó todo. A Koeman el equipo se le fue de las manos y se escapó de forma paupérrima una liga que se había puesto de cara: A falta de cuatro partidos (Granada, Levante, Celta y Eibar) para el final el equipo catalán dependía de sí mismo para alzar el cetro liguero pero lo dejó escapar con todo a favor (dos derrotas, un empate y una insulsa victoria).

La caída definitiva es de Koeman

Analizado y contextualizado todo lo que se encontró Ronald en su primera temporada, en la segunda el club priorizó la recuperación financiera de la entidad a los resultados deportivos del primer equipo. Por supuesto, siempre se quiere ganar, pero lo primero era rebajar la masa salarial antes que mantener a piezas importantes a nivel deportivo. Por estos motivos no se quiso/pudo renovar a Messi y sacrificaron a Griezmann el último día de mercado para traer cedido a un delantero suplente del Sevilla. Laporta le quitó al neerlandés 50 goles en un verano.

A pesar de sufrir un contexto realmente desolador a nivel deportivo, con unos objetivos de mínimos sin más ambición que sobrevivir el juego desarrollado, la falta de valentía para sentar algunas de las vacas sagradas de Lisboa y el hundimiento vivido en el tramo final de la pasada campaña ponen de verdad el foco en la figura del héroe de Wembley. Visto el contexto centrar todas las culpas en Ronald sería una estupidez, pero cabe preguntarse si él es el hombre ideal para capear semejante temporal, si tiene el talento y la capacidad de volver a poner el navío a alta mar o si, aunque sea injusto, se haga necesario sacrificar al capitán de este barco antes de que sea demasiado tarde.